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Los días corren y yo admiro el silencio de los árboles. Recorrer. Recorrer su callada voz sobre mí. Nadie me enseñó a guardar silencio. Alguna vez lo aprendí como lo hacemos todos; caminando a solas por una calle cualquiera. Gritar en donde no hay palabras: en la paciencia de dos manos anudadas a placer, en los ojos que yo vi infinitos de muerte.