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Siento un cliché en la extrema derecha. En la más extrema de mis derechas un cliché se anota la última palabra. Es tan simple como decir: algo, por dentro, se me ha roto. El problema es que tengo la certeza de que así es, algo -no sé, digamos nada tan importante- amaneció en pedazos, tan sutiles, silenciosos, que quizá nadie lo ha notado. Siento un cliché, un como algo trastocado, llamémosle fuga, una ausencia, una cortina cerrada, un clavo, una gotera, una no sé qué de sombra que come de mí, de mi mano a la que no le faltan dedos. Sí, alma manca, es ése el cliché.