Escrito por allí: restaurant, café y pastelería fina, orgullosamente tampiqueña.
- ¿Señorita, cómo se llama el libro?
- Éste.. Ulises
- ¿Está bonito ése?
- Mmm.. pues sí
- Le gusta leer ¿verdad?, por lo que veo…
- Aham, sí..
- Qué bueno, son treinta y dos cincuenta
Nuestras horas son como un trueno: el aviso de la tormenta del tiempo.
La palabra se abre como un se abre una puerta, debe comerse como un chocolate: poco a poco, cuidando de no ensuciar los dientes, sólo la lengua. Debe darse como un beso, no como una tarjeta de cumpleaños, sino con todos los labios.
Del lenguaje nace el amor.
4 comentarios:
- Anonymous said...
-
¿No será que el lenguaje siempre ha sido un accesorio del amor? Porque el amor, en su acepción menos abstracta, es más antiguo que el lenguaje. Éste lo ha recubierto de poesía y también de abyección, pero estos discursos no lo han acabado, no han logrado abarcarlo del todo. El amor, siendo sensatos, es inefable. Sabemos, además, que el amor es verbo, es acción, inasible, en suma, para la palabra.
Esto, claro, te lo digo con amor. -
30/12/06 6:26 PM
- Anonymous said...
-
Anónimo: A mi parecer, eso que llamas amor antes del lenguaje no es mas que instinto, instinto de perpetuación.
A mi parecer, el amor queda definido por el lenguaje, y éste le da sentido y razón.
Ya lo dijo el filósofo del lenguaje, Wittgenstein: "Si algo no se puede decir es porque no existe".
Para aprehender un concepto es necesario ponerlo en términos de lenguaje, es por eso que el amor nace sólo cuando es dicho, y cualquier cosa antes son instintos... -
31/12/06 1:03 PM
- Anonymous said...
-
El lenguaje es expansivo, por sí mismo aglutinante. Me parece que los dos, desde su propio contexto, tienen razón: los cabellos de oro pueden ser de oro o rubios, elección de cada quien. Barthes decía que amar no existe en infinitivo salvo por artilugio metalingüístico y el objeto y sujeto llegan a la palabra en el momento en el que es dicha. Pero también afirmaba que en el momento de descubrir el amor, el enamorado no puedo fiarse de ningún tipo de signo, de ninguna semiótica, en tanto que los “signos” del amor son ambiguos. Por lo anterior, el enamorado ha de volverse sobre la omnipotencia del lenguaje, aquí sí de manera posterior: esperaré toda palabra y la recibiré, entonces, como un signo de verdad, un signo de verdad que tampoco puede ser probado.
-
2/1/07 11:11 AM
- Anonymous said...
-
Primero, el amor es un instinto, y mucho tiene que ver con el afán de perpetuidad.
Segundo, Wittgentein supo mucho del lenguaje, pero poco del amor.
Tercero, no entendí muy bien lo de Barthes, pero qué bonito suena. -
2/1/07 6:05 PM
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