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Tríptico
I
Hoy tampoco hemos muerto. La séptima vez que no he muerto en siete días, pero aún espero peces en la pecera: diálogo de peces.
El tiempo gota las lluvias de su manga ancha. Es una puerta con olor a infinito podrido:
es tiempo ya
de desechar al tiempo.
II
La otra noche vi por primera vez a un anciano. Si fuese un anciano real, me habría concedido una bendición, pero no, ni una sóla arruga en su rostro marchito ni un cabello blanco en su larga cresta: el tiempo ya había pasado por allí.
III
Entonces pasa por mí. Yo me limpio con un trapo húmedo. Me prendo inciensos. La semana pasada junté una buena porción rascándome las arrugas de los ojos; lo encerré en una bolsa y salí dispuesta a perderlo como una ofrenda al moribundo. Pero nada, ningún moribundo conoce el reloj.
Anagnórisis
Hoja de papel en blanco. Abrir la hoja en cuatro renglones, truco fácil para encontrar a la palabra desmembrada. Los brazos, la cabeza, las piernas, el sexo, nada más. El ombligo se estampó sobre mi frente.
I
Hoy tampoco hemos muerto. La séptima vez que no he muerto en siete días, pero aún espero peces en la pecera: diálogo de peces.
El tiempo gota las lluvias de su manga ancha. Es una puerta con olor a infinito podrido:
es tiempo ya
de desechar al tiempo.
II
La otra noche vi por primera vez a un anciano. Si fuese un anciano real, me habría concedido una bendición, pero no, ni una sóla arruga en su rostro marchito ni un cabello blanco en su larga cresta: el tiempo ya había pasado por allí.
III
Entonces pasa por mí. Yo me limpio con un trapo húmedo. Me prendo inciensos. La semana pasada junté una buena porción rascándome las arrugas de los ojos; lo encerré en una bolsa y salí dispuesta a perderlo como una ofrenda al moribundo. Pero nada, ningún moribundo conoce el reloj.
Anagnórisis
Hoja de papel en blanco. Abrir la hoja en cuatro renglones, truco fácil para encontrar a la palabra desmembrada. Los brazos, la cabeza, las piernas, el sexo, nada más. El ombligo se estampó sobre mi frente.