Perpetua declaración de odio

A quien resulte responsable.
Una sola vez vi al mar
mecerse en sus propios brazos.
Una sola vez
y me arrepiento.
La playa que yo vi,
cómo decir:
era una mujer dormida de alas abiertas,
(frágil empeine, voluble seno)
un trozo de nube sobre la orilla.
Yo, medía su pulso:
un reloj de arena entre mis puños
hambrientos de espuma,
me dictaba sola música impoluta.
Después de aquel,
otros mares han cruzado mi camino:
mujeres de tacón y uñas pintadas,
peinados de salón
perfume dulce.
(el recuerdo no es más que una osamenta,
un ladrón furtivo tras
la esquina del tiempo)
Tabla por tabla,
concreto sobre concreto,
aquel otro mar
reposa en paz
en mi memoria.


2 comentarios:

Raúl said...

Aquí debería ir un comentario con implicaciones filosóficas y citas de weyes muy chidos, pero nel, eso no es lo mio. Asi que lo resumí en dos palabras: "esta pocamadre"

saludos

Anonymous said...

Raúl, de buena gana leo que me has rescatado del soliloquio o por decirlo de otra forma de lo monótico y patétono de este blog.
Ya ves.. la neta es chida pero inalcanzable, mejor todo lo demás.