En el cursor, de su pulso, nace la posibilidad.

No sabía bien por dónde empezar. La primera opción siempre es escribir una carta.

Al parecer en el mundo hay al menos dos clases de personas, un esquema muy básico es el siguiente:


LOS DE ACÁ


LOS DE ALLÁ


(En el discurso en primera persona yo siempre pertenezco a LOS DE ACÁ, aunque no puedo negar que cuando soy Ella pertenezco con más propiedad a LOS DE ALLÁ)

El caso es que yo llego a una oficina y alguien me dirige la palabra. Alguien que cree, por supuesto, que yo soy de LOS DE ALLÁ. Supongamos ahora que ese alguien me pareció no solamente simpático, sino también atractivo, inteligente, gentil, cuidadoso y de léxico prominente. Los que creen que soy de LOS DE ALLÁ, porque siempre doy esa impresión, estarán pensando que yo seré atenta, gentil, inteligente, cuidadosa y de afilado léxico con el hombre que me pareció ser simpático y no solamente simpático. Sin embargo, los elegidos, los que saben que soy de LOS DE ACÁ, saben también que lo más probable es que nunca vuelva a dirigirle la palabra a ese hombre que en un principio me pareció tan atractivo, gentil y de léxico prominente.

¿Por qué? Porque yo no me dedico a hablar. Yo me dedico a escribir cartas.

Cartas cortas y cartas largas. Cartas que entrego, que guardo, que rompo. Cartas que no son cartas. Cartas que son recados. Cartas que en mis cuadernos. Cartas a conocidos y a imaginados. En realidad, si pudiera escribiría una carta para cada ocasión. Una carta para decirle a mi mamá que me perdone por no haber lavado la ropa hoy. Esa carta donde le cuento que antenoche soñé que lavaba a un recién nacido con pulgas y con cubierta de peluche. Sueño que me dejó por demás impresionada, a tal punto, que hasta el día de hoy no puedo acercarme al lavadero donde en mi letargo lavé a esa criatura pulgosa que, santo Dios, dejó la sensación de su cuerpo tembloroso sobre mi pecho.

Y es que yo, como digo, soy de LOS DE ACÁ. Pero no es que tenga miedo de hablar. No. Tengo miedo de mi rostro. Mi rostro que con las palabras se transforma: las mejillas rojas, los ojos llorosos, dos granos en la barbilla, la nariz gigante...
La explicación es sencilla. Mientras hablo -mientras hablo sin las manos- algunas palabras se resisten a alejarse de mí. Y he allí que tengo una joroba con pesadillas, muchos fue mi error en la frente y un lunar nuevo todos los días. Y no sólo eso: Te dije que no me toques se aferró a mi párpado izquierdo; verdeazulaguamarina me provocó dermatitis de contacto en la mejilla derecha, mientras que cada vez que intento decir me gustaría que no te fueras nunca el labio superior comienza a llenarse de hormigas rojas -casi siempre flacas, pero a veces tambié gordas- que dibujan en mi atribulado rostro un rictus mecánico de dolor e incontinencia.
El caso es que a partir de entonces me asumí como una de LAS DE ACÁ, es decir, de las que escriben cartas, y por eso anoto:
Tampico, Tamaulipas a 26 de abril de 2009
Querido tú, el de allá:
Me gustaría que no te fueras nunca.

8 comentarios:

Anonymous said...

Conquemuyacá. Te he escrito una carta antes de leer tu blog, y debes estar guardando tus cartas o rompiéndolas porque no han llegado. Me arrepiento ahora de esa carta tan seria que te he escrito. Enmendaré el asunto. Un gran abrazo.

Desde MUY ACÁ.

Elizabeth said...

Tú también eres de los DE ACÁ. No te preocupes por el tono de la carta, tengo CARTAS SERIAS y CARTAS NO SERIAS. Guardaré tu carta en el área de CARTAS SERIAS y la que viene en la de CARTAS NO SERIAS.
Mi carta ya anda vagando por la world wide web, que luego te cuento cómo me la imagino.

Mariela Alatriste said...

Yo quemaba todas las cartas, antes que alguien las pudiera leer. Se me ocurrieron muchas cosas con esto de las cartas.

Me mató el final, mi querida Cuan.

"...ahora que ese alguien me pareció no solamente simpático, sino también atractivo, inteligente, gentil, cuidadoso y de léxico prominente."

Tu no novio o qué onda? Jajaj :)

Enrique said...

Excelente, Cuan, me deleitaste con toda esta expresión de la re-presentatividad. Creo que iré a desayunar.

...

A mí me gustaría que estuviera garantizado que LOS DE ALLÁ reflejen todo lo oculto que soy. Pero no, resulta que acá y allá son parte de todo cuanto es... ¿no será "de todo CUANto es"?) Ah sí, el desayuno.

Elizabeth said...

Estimada M,
El mundo se divide en dos: mis NOVIOS y mis NO NOVIOS. En este momento el pensmiento binario me falla. La totalidad de la población masculina y femenina se encuentra en ese cajón que he denominado mis NO NOVIOS. Ahora, no todas las oficinas son ESA oficina. Está ESA oficina y las OTRAS oficinas. Si llego a ESA oficina, no tengo mucho de donde elegir y espero, de verdad que ese de ALLÁ, sea la persona que tú estás pensando.

Elizabeth said...

Enrique:
(y ahora cada vez que Enrique: si tú me dices ven...)
Yo también guardo el mismo deseo. No es así: los de ALLÁ jamás reflejan todo lo oculto que soy y, ni siquiera, lo que no soy. Soy acá, soy allá, soy lo que soy y sólo ansío no marearme de tanta vuelta en la montaña rusa, allí cuando me invade la nostalgia.

Anonymous said...

A ver a ver. Cómo está eso de enrique de "si tú me dices ven". Reclamo el copyright de esa frase aplicada a ti.
Mi primera prueba de alegato: Antes de echar un vistazo a los comentarios de tus blogs, la canté y me acordé de ti, y de que si tú me dices ven... bueno, tendría que ahorrar un poco, pero iría.

hoyrecuerdomariposas said...

Anónimo,
no tengo excusa, pero los recuerdos nos juegan malas pasadas... Sea suyo pues el copyright, si no hay mayor objeción.