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Cuando no camino pienso...
Cuando no camino pienso. Pero no, no pienso en la existencia. No pienso ni siquiera en Hillary Clinton. Mucho menos en Ibiza o Grecia. Pienso que me agradan los tenis rosas de Joe Jonas. Me pregunto por qué cuando niña era aficionada a buscar gotas de sangre en el piso de los hospitales. Pienso que me gustaría tener una cámara fotográfica que reprodujera lo que se imaginan mis ojos, pienso si debo cortarme el cabello, si he enflacado, si he engordado, si podré ir a la playa mañana, si este calor de muerte seguirá, si el gato tendrá calor. Pienso en dulces, en comida, en bombones, en cerveza. También en mi overol, en las fotos que perdí, en los prismáticos y a veces en Javier Marías. Pienso por qué Luis reflexiona desde la buhardilla y no desde una terraza con viento. Pienso en lo lindo de algunas palabras como anémona. Trato de entender a Euler y me maravillo de que e sea una constante. Pienso en los nuevos colores de esmalte de Revlon. Pienso que debo aprender palabras nuevas. Trato de entender a Euler y sólo puedo imaginar miles de conejos saliendo de un sombrero. Pienso en el estrés. Pienso que ya casi me olvido. Pienso en un conejo que tuve. Pienso que el tiempo pasa muy rápido. Pienso en que se me hace tarde para llegar a ningún lado, pienso que no debo perder mi identificación, ni un brazo, ni una mano, ni el dedo gordo del pie...
Cuando no camino pienso. Pero no, no pienso en la existencia. No pienso ni siquiera en Hillary Clinton. Mucho menos en Ibiza o Grecia. Pienso que me agradan los tenis rosas de Joe Jonas. Me pregunto por qué cuando niña era aficionada a buscar gotas de sangre en el piso de los hospitales. Pienso que me gustaría tener una cámara fotográfica que reprodujera lo que se imaginan mis ojos, pienso si debo cortarme el cabello, si he enflacado, si he engordado, si podré ir a la playa mañana, si este calor de muerte seguirá, si el gato tendrá calor. Pienso en dulces, en comida, en bombones, en cerveza. También en mi overol, en las fotos que perdí, en los prismáticos y a veces en Javier Marías. Pienso por qué Luis reflexiona desde la buhardilla y no desde una terraza con viento. Pienso en lo lindo de algunas palabras como anémona. Trato de entender a Euler y me maravillo de que e sea una constante. Pienso en los nuevos colores de esmalte de Revlon. Pienso que debo aprender palabras nuevas. Trato de entender a Euler y sólo puedo imaginar miles de conejos saliendo de un sombrero. Pienso en el estrés. Pienso que ya casi me olvido. Pienso en un conejo que tuve. Pienso que el tiempo pasa muy rápido. Pienso en que se me hace tarde para llegar a ningún lado, pienso que no debo perder mi identificación, ni un brazo, ni una mano, ni el dedo gordo del pie...