Gato y Coca cola





A Ramón que nunca sé qué decirle, que nunca sé cómo agradecer, que insiste en la difícil tarea de hacerme reír, que no se rinde en el intento.

Tengo tanta suerte que me da miedo. Es algo así como comerse un chocolate a escondidas, por ejemplo en el baño. Es ese mirarse al espejo con los labios manchados y apresurarse a limpiar las comisuras. Es ese robarse algo ajeno. Un de pronto no saber. Sí, sin control ignorar.

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